Serie: Seguimos esperando...

Los que Abrazan el Frío
A veces el frío no viene del invierno, sino de la ausencia.
No hablan, no lloran... esperan.
El osito cayó hace tiempo, cansado de esperar.
Pero aún guardan algo: una chispa leve, una promesa muda de que alguien —algún día— se detendrá a mirar,
y se preguntará por qué duelen esos ojos tan pequeños.
Y quizás en ese mirar comience el gesto que les devuelva la vida. La vida que les arrebataron desde siempre, sin piedad y sin mesura.

La Fila del Viento
Están de pie, como si el viento los hubiese alineado. Cinco almas pequeñitas con los pies heridos de tierra y la ropa hecha de ausencias.
No hay juegos.
No hay risas.
Sólo ese silencio espeso
que habita donde la infancia se suspende.
Sus ojos no son queja, son testimonio.
Su quietud no es resignación: es resistencia.
Esperan.
Sin reloj.
Sin promesas.
Con la firmeza de quien sabe que incluso el viento, algún día cambia de dirección.
Serie:Seguimos Esperando...
Un día desperté, y estaban allí, alrededor de mi cama. Muchos con hambre,
con dolor en el pecho, con sueños perdidos… algunos, golpeados.
Los miré sorprendido, parado en el umbral de mis sueños.
—¿Qué hacen? —pregunté desconcertado.
Uno de ellos, el de ojos más vivaces y profundos,
me respondió con un susurro entrecortado:
—Seguimos esperando...
Me quedé suspendido en el silencio que tejía la noche.
Dudé: ¿les pregunto qué esperan? ¿por qué están aquí?
No me animé. En el fondo, ya sabía la respuesta.
De pronto, recuperé la vista en la penumbra.
¡Ya no estaban!!! ¿Dónde se fueron?
Tardé unos minutos en volver a mí.
Así fue que les di vida en cada trazo de mis trabajos.
Y siempre que puedo, los muestro.
Porque quizás, si alguien se detiene, si se atreve a mirar,
también se pregunte qué esperan.
Y tal vez, en lo más profundo de su corazón, reconozca que ya lo sabe.

Las Raíces del Polvo
Ellas no huyeron. No pudieron.
Se quedaron entre trapos gastados y muros vencidos, habitadas por un silencio que aprendieron a no romper.
Se sientan sobre el polvo de los días que nadie recogió, con la piel marcada por huellas que no eligieron.
Asi se fueron hundiendo, poco a poco en el polvo, como raíces que no eligieron crecer ahí, pero lo hicieron igual.
Ambas saben.
Saben que ser niña aquí no es juego, es resistencia.
Esperando...
Fijas, profundas, vivas.
Como preguntas sin respuesta.
Como un gesto que cambie el mundo
antes que ya sea demasiado tarde tarde.

Las que aún esperan sentadas
No hablan.
Sentadas sobre la ruina, como si la piedra fuera banco,
Como si el silencio pudiera sostenerlas.
Sus manos entrelazadas no rezan, pero guardan algunos secretos escondidos, desgarrados.
Sus vestidos están gastados, pero aún conservan cierta dignidad, como si se aferraran a una memoria de lo que debería haber sido. Pero no fue.
Sentadas. Calladas. Comparten el silencio acumulado.
Como si supieran que el que espera sentado,
lo hace porque en realidad no puede irse,
Porque aún confían en que llegará alguien
para rescatarlas del pasado.
Acerca de la Obra
"Un día desperté y estaban allí alrededor de mi cama..."
Con esa frase comencé esta serie, y desde entonces ya no hay descanso posible. La obra propone poner en escena a una infancia que no es solo marginal, sino invisibilizada: la infancia que espera, que resiste, que interpela.
"Seguimos esperando..." no busca documentar la pobreza: la encarna. A través de retratos crudos y poéticos a la vez, la serie nos enfrenta a un drama humano estructural sin caer en el golpe bajo ni la estampa costumbrista.
Cada imagen está cargada de gestos mínimos que condensan una historia: un abrazo que reemplaza la manta, una muñeca caída que ya no consuela, una niña que carga a otra como si ya hubiera asumido un rol adulto.
La estética digital no disfraza la escena, sino que la intensifica. Los trazos, las texturas, las luces cuidadosamente diseñadas no buscan embellecen el ambiente: lo revelan.
Me propongo invitar al espectador no solo a contemplar sino a detenerse, a quedarse frente a esos ojos que no piden limosna, sino reconocimiento.
Para ser sincero, esta obra es también una crítica a la indiferencia, a aceptar lo inaceptable detrás de escusas y argumentos. Una denuncia sin estridencias que intento instalar en la sensibilidad del que mira.
Cada título, cada texto que acompaña las obras, es una ampliación del universo interno de esos niños y niñas, que ya no tienen nombre propio porque pueden ser cualquiera.
Y eso es justamente lo que los vuelve tan urgentes. En un mundo saturado de miles de imágenes, "Seguimos esperando..." no grita, pero permanece. Como el polvo, como el hambre, como las preguntas que evitamos hacernos. Esta serie no exige respuestas.
Solo pide que miremos.
Que miremos de verdad.
Y que, en ese acto, algo empiece a cambiar para cambiarlo.